Cuando sientas tu corazón prisionero, corre,
corre en el parque, deja que tu cuerpo libere todo lo que le molesta, piensa en
las metas que si puedes alcanzar y que por más obstáculo en la vida no hay
imposibles cuando tomamos la mano de Dios, corre hacia el sol, no hacia el
rincón oscuro de lamentos y pesares, no corras hacia la oscuridad donde
escondes tus males, no te quedes postrado (a) corre, muchas veces corrí y las
lágrimas se resbalaron por mi rostro, y mientras lo hice dejé muchas cosas
atrás, al sentarme para descansar mi cuerpo también reposo, y basta con ver la
naturaleza a nuestro alrededor, como juguetean y corren olvidándose del dolor,
el ejercicio de hoy es correr un poquito, o al menos dar una caminata y
disfrutarla, no te dejes ganar por el protagonista de esta fotografía, quien sí
siguió el consejo y mírale muy contento corriendo. Sonrían. Liliana.
martes, 28 de agosto de 2012
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