Esta
es la historia de Jeff, un hombre con una gran sensibilidad que se
encontró en 1998 con un águila con las dos alas rotas en cuatro partes.
Sin embargo, él decidió darle la oportunidad de vivir y la llevó al
centro veterinario. Luego, tomó sobre sí la responsabilidad de brindarle
cuidados y atención. Hablaba con ella animándola a luchar por su recuperación y la alimentó durante semanas por medio de un tubo.
Un mes
y medio después, se tomó la decisión que si el ave no se sostenía por
sí sola en sus patas, tendrían que ponerla a dormir para no prolongar
sus sufrimientos. El día señalado Jeff fue a visitarla, pensando que
sería tal vez por última vez, pero allí estaba ella, de pie por su
cuenta, una gran y bella Águila. Y le dieron el nombre de Libertad. Como
sabían que no podía volar, Jeff consiguió un guante de entrenar con una
correa para sujetar la pierna del águila y empezaron a hacer programas
de educación para las escuelas.
En el año 2000, a Jeff le diagnosticaron linfoma no-Hodgkin, en la etapa 3. Tuvo que recibir ocho rondas de un severo tratamiento de quimioterapia. Durante todo ese tiempo, Jeff pensaba en Libertad, en su empeño por vivir y sentía que ella venía durante su sueño para ayudarle a luchar contra el cáncer. Cuando al fin fue para el último diagnóstico le dijeron que la enfermedad había desaparecido. Jeff nos cuenta:
“Así que lo primero que hice fue levantarme y llevar a la chica grande a dar un paseo. Era una mañana con niebla y muy fría. Quería ver si se atrevía a volar aunque fuera un vuelo corto. Fui con una correa para sujetar la pierna del Águila con un anillo para fijarlo a la correa de mi mano…y salimos frente a la parte superior de la colina. Yo no había dicho ni una palabra a Libertad, pero de alguna manera lo sabía. Ella me miró y me envolvió con sus inmensas alas hasta donde yo podía sentir su presión y toda su fuerza en mi espalda - yo estaba envuelto por las alas de el águila. Entonces me tocó la nariz con su pico y se quedó mirándome con sus ojos, quedándose allí muy tranquila por no sé cuánto tiempo. Emprendió un corto vuelo y regresó a mí. Ese fue un momento mágico. Hemos sido amigos del alma cada vez desde que llegó a mi vida Esta es un ave muy especial”.
En el año 2000, a Jeff le diagnosticaron linfoma no-Hodgkin, en la etapa 3. Tuvo que recibir ocho rondas de un severo tratamiento de quimioterapia. Durante todo ese tiempo, Jeff pensaba en Libertad, en su empeño por vivir y sentía que ella venía durante su sueño para ayudarle a luchar contra el cáncer. Cuando al fin fue para el último diagnóstico le dijeron que la enfermedad había desaparecido. Jeff nos cuenta:
“Así que lo primero que hice fue levantarme y llevar a la chica grande a dar un paseo. Era una mañana con niebla y muy fría. Quería ver si se atrevía a volar aunque fuera un vuelo corto. Fui con una correa para sujetar la pierna del Águila con un anillo para fijarlo a la correa de mi mano…y salimos frente a la parte superior de la colina. Yo no había dicho ni una palabra a Libertad, pero de alguna manera lo sabía. Ella me miró y me envolvió con sus inmensas alas hasta donde yo podía sentir su presión y toda su fuerza en mi espalda - yo estaba envuelto por las alas de el águila. Entonces me tocó la nariz con su pico y se quedó mirándome con sus ojos, quedándose allí muy tranquila por no sé cuánto tiempo. Emprendió un corto vuelo y regresó a mí. Ese fue un momento mágico. Hemos sido amigos del alma cada vez desde que llegó a mi vida Esta es un ave muy especial”.