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sábado, 8 de septiembre de 2012

Cuando una mascota muere





   Cuando un mejor amigo (mascota) muere, la nostalgia y el dolor pueden embargarnos, pues una mascota llega a convertirse en parte de la familia, en parte de las risas y anécdotas que pudimos tener junto a ellos, y esa alegría se convierte en dolor al saber que ya no podremos compartir más con ellos. De vez en cuando en casa salen conversaciones sobre esos animalitos que han llenado nuestros corazones, a veces nos da nostalgia y otras veces sonreímos con los buenos recuerdos.  

   En lo particular, y esto lo digo yo, pienso que en el cielo o en la otra vida que Dios nos tiene preparada morada, deben haber animalitos, y pienso que allí podrían estar todas mis mascotas, suena cursi para muchos, pero yo sonrío con la idea porque pienso que si Dios hizo un mundo hermosísimo con la flora y fauna, no podría concebir en mi mente un cielo sin éstas, sólo que pienso que si en la tierra hemos visto cosas hermosas, en el cielo deben serlo mucho más, en fin, continuando con lo que les decía, yo sonrío pensando que quizás luego de reencontrarnos con nuestros seres queridos luego de morir, el Creador nos diga: "Las sorpresas aún no terminan...cierra los ojos" y salgan corriendo esas mascotas que se convirtieron en amigos cuando realmente llegamos a necesitar de compañía o de una cola que nos recibiera con tanta alegría al llegar a casa.

   Si ya no está ese "amigo" te entiendo, y creéme que he llorado también cuando una mascota muere, otra no le podrá sustituir, sólo te quedan los hermosos recuerdos que él o ella te hayan podido regalar.  

Liliana Lizcano. 

2 comentarios:

  1. Que bonito lo que has escrito Liliana. Ya hace 2 meses que perdí a mi amiga Mauna y aún sigo triste y pensando en ella cada día. La quería muchísimo. Era como un niño, inocente y pura...y ojalá como tú explicas, exista un sitio bonito donde pueda seguir jugando.
    Me gustan tus blogs y lo que en ellos se expresa. Transmites bondad :)
    Un abrazo

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  2. Issa, ante todo muchas gracias por participar y dejar tu comentario en el blog, así uno sabe que del otro lado de la pantalla te leen y siempre es grato recibir ese "feedback" de parte de los lectores. La gente suele decir que prefieren abstenerse de tener mascotas para no tener que pasar por el dolor de la perdida, pero creo que por muy dolorosa que pueda ser la despedida con esos mejores amigos no cambiaríamos por nada del mundo esos momentos tan lindo que nos hicieron vivir. Estoy segura que Mauna te llenó de muchas sonrisas, y debes atesorar eso. Yo recientemente aprendí a despedirme de ellos cuando morían, Napoleón y la Gorda enfermaron y cuando supe que morirían los tomé con mis manos y les hablaba, les daba las gracias llorando, gracias por los años compartidos, aprendí a despedirme y a dejarles ir, no fue sencillo, nunca queremos dejarles ir, pero fue una lección que tuve que aprender, primero fue Napo y luego la Gorda en un mismo año, más bien habían resistido mucho a las enfermedades congénitas con las que venían, y al despedirme les besé, lloré y ví cómo cerraban sus ojos, como diciendo adiós. Es parte de la lección, el adiós debe aprenderse aunque sea duro. Lili.

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